lunes, 26 de octubre de 2009

Fortified enclaves


Teresa Caldeira nos muestra como es que en ciudades como Sao Paulo el fenómeno de levantar grandes bardas y encerrarse en pequeños castillos llenos de lujos y servicios ha desatado grandes niveles de violencia y criminalidad.


La construcción de pequeñas ciudades dentro de las ciudades ha generado descontento y enojo en sectores muy disintos de la sociedad. Por un lado la gente rica se queja de no tener condiciones plenas de seguridad y tranquilidad por lo que deben ellos mismos garantizarse condiciones privatizando servicios y cuestiones como el espacio público, la seguridad e incluso la salud. Por otro lado los pobres mencionan que el fenómeno de privatización y uso exclusivo del espacio público es una violación a sus derecho y garantias individuales.


El problema aqui expuesto se basa en la falta de dialogo y trabajo con ambos sectores de la población, si bien la inseguridad es un indice alarmante en Sao Paulo, no es motivo suficiente para que los amenzados privatizen territorio común como calles, playas, parques, etc. En Sao Paulo el crimen se ha vuelto más violento y común, pero de la misma forma los servicios se han encarecido y por tanto se han vuelto más exclusivos, estos problemas afectan a todos los sectores de la sociedad no solo a unos cuantos.


Un caso similiar ocurre en nuestro país concretamente en las playas del norte como Los Cabos, Rosarito, etc. Desde hace algunas decadas un grupo de ciudadanos norteamericanos han venido a estos lugares ha establecerse y crear grandes mansiones y conjuntos habitacionales a la orilla del mar, mismos que han privatizado algunos kilometros de playas y terrenos que se supone son federales y por lo tanto de todos los mexicanos. El argumento de estos nuevos vecinos es que la violencia en nuestro país es alarmante y por lo tanto deben establecer limites claros entre sus propiedades y lo demás. Pero también olvidan que los recursos naturales de un país pertenecen a todos y que el pretexto de la inseguridad no les da derecho a poseer ni uno, ni cien kilometros de playa por más millonarios que sean.


Los gobiernos tanto de Brasil como de México han decidido ignorar este problema dejandolo como un mero conflicto local que no debe arreglarse con la intervención del Estado, esto es falso, la invasión del espacio público y la constante tensión entre diversos sectores de la sociedad debe ser arreglada con dialogo y trabajo multilateral coordinado por los tres niveles de gobierno municipal, estatal y federal.


De nueva cuenta la inclusión de diversos sectores de la sociedad en la planeación de la ciudades puede ahorrar problemas severos como la segregación o la violencia entre los ciudadanos de una misma comunidad.

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